Deacon y el canto de los pájaros

"Deacon, en su libro Homunculus, expresa que la arquitectura neuronal para el lenguaje fue la respuesta del cerebro a una cierta liberación de la selección natural. Esta liberación la habrían conseguido nuestros predecesores evolutivos gracias al uso de herramientas con las que realizar las tareas y al desarrollo de procesos culturales. Para explicar un poco en qué consiste este proceso, el antropólogo se apoya en un paralelismo con algo ocurrido en el mundo de las aves. Hace referencia a la evolución del canto de un ave (Lonchura striata domestica), que en 300 años de domesticación por mano del hombre cambió notablemente a partir del de su ancestro (Lonchura striata), un ave de tan sólo unos 10 u 11 centímetros de largo que era común en Japón, China, India, Tailandia y Sumatra. Mientras el de su ancestro es un gorjeo automático, que usa una estructura cerebral para un canto simple e invariable, el canto de su descendiente es una fuente de creatividad musical. Realiza fraseos con los sonidos, copia tonos de otros pájaros y usa múltiples estructuras cerebrales para aprender, adquirir y controlar sus melodías. Si Deacon menciona el caso de estas aves es porque existen interesantes paralelos entre el procesamiento de los sonidos que realizan los pájaros y el del lenguaje por parte de los humanos. Los pájaros usan muy pocas estructuras cerebrales para producir sonidos innatos, así como los humanos usamos pocas áreas para producir risas emocionales, sollozos y alaridos. Pero aprender y producir sonidos variados activa en los pájaros muchas áreas de su cerebro, de modo similar a como el cerebro humano emplea muchas áreas para producir el lenguaje. ¡Liberame de las restricciones! Ahora bien, la selección natural en el canto de estas aves fue eliminada por el hombre, que cría y selecciona a estos pájaros solamente por su plumaje. Curiosamente, Deacon señala que evitar en esas aves que la selección sexual afectara al canto produjo un sistema cerebral más complejo para su control. Aparentemente, con la degradación del estricto control del canto, hubo un cruce entre estructuras cerebrales que previamente no jugaban papel alguno, lo que permitió que intervinieran en la memoria, el aprendizaje motor y la predisposición social, para influir en la estructura y producción del canto. Como en el caso de estas aves, los chimpancés usan vocalizaciones estereotípicas instintivas muy ligadas a la agresión, el miedo u otras emociones. Para Deacon, la emergencia en los humanos de herramientas y procesos culturales relajó los rígidos patrones de vocalización, sentando las bases para una explosión de la invención lingüística. A diferencia de otros animales, los bebés humanos comienzan a balbucear en una etapa temprana relajada y no fuertemente emocional de su vida, como puede ser el de una cría de otro animal que debe luchar por sobrevivir. Según el antropólogo, parte significativa de nuestra habilidad para el lenguaje proviene de haber estado librados de esas restricciones. Si acordamos con esta línea de pensamiento basada en las investigaciones y reflexiones, la evolución del lenguaje no habría sido el resultado del famoso enfrentamiento natura versus nurtura. La adaptación de nuestro lenguaje reflejaría una especial necesidad de símbolos, del mismo modo que los cuerpos de los castores reflejarían las necesidad de los estanques que ellos crean. Desde este punto de vista, entonces, podría decirse que los humanos somos una expresión biológica de la cultura.
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