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Mostrando las entradas de enero, 2008

Baldío, poema del libro Pentagrama

BALDíO " de tu país ya no se vuelve ni con el yuyo verde..." Imagino un baldío cruzado por espasmos de aljabas desprendidas del aire. Algún tumulto de aguas destroza y entrelaza lo tuyo con lo mío. Las flechas del carcaj no dejan sombra y hieren un aullido de abrazos en la cerca. Este y otros poemas del libro Pentagrama pueden leerse cliqueando en... http://www.solves.com.ar/solves.html (Poesia y Ficciòn/Pentagrama)

Bateson/Lagos Garay: experiencia y conocimiento

La revista POLIS Nº 9 tiene un artículo muy interesante. El tema está relacionado con la entrada sobre Tango, poesía y poética. Copio un fragmento: "Siendo profesor de un centro de estudios superiores, (Gregory Bateson) recuerda -siempre con su ironía característica- cierto rumor que circulaba entre sus estudiantes. Se comentaba que Bateson sabía algo que nunca quería decir, se rumoreaba en los pasillos que él «escondía» algo respecto de lo que hablaba en clases. Sospechaban los estudiantes que él no decía todo lo que podía decir. Siempre “ocultaba” –y ello lo haría de un modo consciente- algo de su reflexión. Ése era el rumor generalizado. ¿A dónde quiere llegar Bateson? ¿De qué está hablando este caballero?, eran las preguntas y dudas que circulaban entre los estudiantes. Cuando un alumno se le acerca y en un tono de complicidad le da a entender que ha “captado”

La suerte de la merluza

Cuento de Hebe Solves Dibujo a pluma del artista Héctor Giuffré Hay cuatro clases de buques y Rubén ha trabajado en todos. Salió de Córdoba a los dieciséis años y fue a Madryn, un puerto del sur. Ahí se embarcó por primera vez y, desde entonces hasta ahora, no ha parado. Siempre entre hombres es la vida del mar, dice. Pero hace poco, cuando se fueron ocho de los treinta de a bordo en el buque en el que trabajaba, contrataron en su lugar a ocho mujeres que limpian, cocinan y lo que quieran hacer, eso va de cada uno. En cambio, en puerto Rubén tiene dos esposas, y muchas otras mujeres dispersas por el mundo, que ha olvidado. Una de las esposas vive en Chipre, y la otra en Buenos Aires. Son su familia, más una hija griega y tres argentinos. Todos ellos reciben, desde que nacieron, la contribución mensual que envía el padre, al que ven muy pero muy de tanto en tanto. Rubén viene de hablar por teléfono con la esposa de Buenos Aires que es nacida en la provincia de Córdoba, igual que él, en

Escribió Juan Forn

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Antes de perder un sueño [ cerrar ] Comparta esta nota con un amigo E-Mail de su amigo Su nombre Su E-Mail Por Juan Forn La otra noche, mientras llovía torrencialmente en Villa Gesell (por primera vez desde mediados de diciembre), soñé que nadaba por Buenos Aires. Yo no era el único: se trataba de un nuevo servicio que la ciudad ofrecía democráticamente a sus habitantes. El recorrido que me tocó hacer a mí (había varios) empezaba en el Palacio de Aguas de la Avenida Córdoba y terminaba en los lagos de Palermo: algunos nadadores emergían junto al Planetario, otros en el Rosedal y había quienes llegaban hasta los inmensos piletones de Obras Sanitarias junto a la Avenida Lugones. El trayecto era por momentos subterráneo, por momentos al nivel de la calle pero bajo techo y por momentos al aire libre, cuando el recorrido coincidía con los espacios de agua de plazas y lugares públicos. Los canales por los cuales circulábamos eran de lecho azul

La calesita, de Luisa Valenzuela

El niño insiste e insiste. A los cuatro años recién cumplidos los deseos pueden ser monolíticos. Ya es hora de volver, le dice la tía a su sobrino. El niño se pone a berrear. Es hora de volver, tenés que hacer la siesta, prometiste, ésta era una yapita, trata de convencerlo ella. No y no, se empaca el niño. Por fin ella cede. Hace tanto calor en este parque desierto en el medio del día, el corazón del verano. Hasta los altos árboles transpiran y su sudor gomoso se pega a la piel. El niño no deja de tironear a su tía hacia la calesita. ¿Qué me habrá impulsado, se pregunta ella, qué loca idea me habrá venido a la cabeza cuando le propuse bajar al parque después del almuerzo? Vamos a buscar un heladero, le había dicho al niño. Desde el ventanal del comedor, en la vereda de enfrente, el parque parecía fresco ahí a sus pies. Se internaron demasiado en busca del heladero. Llegaron hasta el lago. Y ahora tendrán que volver a atravesar extensiones de pasto poco sombreadas, y el sol no perdona.
mapa conceptual - Foucault