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Mostrando las entradas de julio, 2005

Cortazar y el tango...

Un cuento fantástico destruye la continuidad del tiempo cronológico y explora otros tiempos posibles. Siempre roza el mito, en este caso, la realización del paraíso en la tierra. La condición de lo fantástico es el contraste: se trata de presentar con gran precisión y verosimilitud una sucesión temporal de hechos cotidianos y romper la lógica de lo posible con un fenómeno extraordinario, sin causalidad conocida. Por supuesto, no se ofrece el relato para ser creído, sino para imaginar, sentir, comprender, gustar, pensar. Las puertas del cielo A las ocho vino José María con la noticia, casi sin rodeos me dijo que Celina acababa de morir. Me acuerdo que reparé instantáneamente en la frase, Celina acabando de morirse, un poco como si ella misma hubiera decidido el momento en que eso debía concluir. Era casi de noche y a José María le temblaban los labios al decírmelo. —Mauro lo ha tomado tan mal, lo dejé como loco. Mejor vamos. Yo tenía que terminar unas notas, aparte de que le había prom

La biblioteca de Benjamin

Buceando en internet di con otro blog que tiene a la literatura como protagonista, en el cual encontré un extracto interesante sobre un escrito de Walter Benjamin. El blog es www.tomashotel.blogspot.com, y el texto de Benjamin se titula "Desembalo mi biblioteca (discurso sobre la bibliomanía)" (1931) y es el que sigue a continuación. - "(...) Al escribir este texto (...) me interesa sobre todo hacerles sentir la relación que liga a un bibliófilo con sus adquisiciones, de procurarles una visión menos sobre una colección que sobre la actividad misma de coleccionar (...)". - "(...) ¿Qué es una biblioteca, sino un desorden donde el hábito ha sabido instalarse tan bien que puede revestir la apariencia de un orden? Ustedes han oído hablar de personas que se han enfermado por perder sus libros, que llegaron al crimen para obtenerlos. Pues justamente en este reino -la pasión de coleccionar- un orden no es sino un juego de equilibrio por encima del abismo. (...) De hech

Lo imborrable, de Juan José Saer

(fragmento) "Pasaron, como venía diciendo hace un momento, veinte años: anochece. Día tras día, hora tras hora, segundo a segundo, desde que, por entre sus labios ensangrentados me expelió, inacabado, a lo exterior, esto no para, continuo y discontinuo, a la vez, el gran flujo sin nombre, sin forma y sin dirección —pueden llamarlo como quieran, da lo mismo— en el que estoy ahora, bajo los letreros luminosos que flotan, verdes, amarillos, azules, rojos, violetas, irisando la penumbra en la altura sobre la calle, en el anochecer de invierno.Y encima, más que seguro, en estos tiempos, casi todos son todavía reptiles. Pocos, muy pocos, aspiran a pájaro —aquí o allá, entre lo que repta, babea, acecha, envenena, en algún rincón oscuro, y a veces sin haberlo deseado, por alguna causa ignorada por él mismo, alguno empieza a transformarse, a ver, con extrañeza, que le crecen plumas, un pico, alas, que ruidos no totalmente odiosos salen de su garganta y que puede, si quiere, dejar atrás tod
PERIQUITA De Dafne Casoy Ya falta poco para llegar. Me duele la cola de estar tantas horas sentada. Tengo los pies torcidos por todos los bolsos que metió mi mamá en el auto; contra mi apéndice golpea en cada pozo el nuevo televisor color con el que pienso adueñarme del canal de dibujitos durante todo el verano. Por ser la más chiquita, siempre me toca el lugar m·s incómodo. A mi abuelo se lo ve contento, sin ninguna sombra de las preocupaciones de la fábrica; las dejó bien atrás, antes de subirse al barco. Mamá toca bocina a modo de saludo y mi abuelo le aprieta la mano encima para que suene una pequeña canción. Sale el jardinero a recibirnos y reparte besos con su cara sudada por el trabajo que acaba de interrumpir. Entre todos bajan las cosas del auto, los dejo con la impunidad de mis seis años y corro hasta el jardín. (1)Busco entre los árboles. Nada. (2)Corro hasta las reposeras. Nada. (3)En un rincón mi abuelo, con el ceño fruncido, charla con Luis, el jardinero. Parecen malas no
El tiempo en la poesía y en el relato. Envío dos poemas disímiles que tratan, sin embargo, un tema semejante. Intento mostrar a cómo se cumplen acá también las funciones del relato, aunque de manera distinta. A veces, el escritor prefiere no contar, sino expresar un sentimiento, pensar, dialogar consigo mismo, jugar con la riqueza de significaciones que las palabras le van sugiriendo y explorar el sentido de lo que va diciendo, como un observador del lenguaje que lo arma y rearma a la manera de un rompecabezas. Entonces, escribe un poema. El pacto de lectura de la narración exige creer, suspender la realidad inmediata y entregarse a “producir” con la imaginación el mundo representado, creado por el autor a partir de la máquina del tiempo puesta a funcionar. En cambio, lo que se cuenta en el poema raramente da lugar a un tiempo de ficción, a una sucesión temporal. Son pantallazos, visiones, momentos de un sueño, escenas que tienen, en cierto sentido, valor de ejemplos poéticos, metáfor