El tiempo cíclico y el tiempo lineal

En este poema el tiempo es el tema. La salida del sol: un suceso reiterado, que opone el tiempo histórico, en el que los sucesos no se repiten, al tiempo cíclico de la naturaleza.
Los "objetos" en que se encarna el día crean escenas puntuales, locales, un mundo imaginario, caduco y duradero (en la memoria), como "el adiós humano".
Cada cosa presentada pide ternura, parece despedirse.
El paralelismo con el informe meteorológico tiene el humor de toda la poesía de Groppa, que nombra al mundo como si acabara de descubrirlo.




TARJETA POSTAL
Con noticias de la Poesía y del estado del Tiempo.
De Néstor Groppa, Jujuy, Argentina

Sale todos los días
Por el Este de la ciudad.
Despabila sus barrios,
Sus lluvias galanas,
Sus soles sostenidos por el aire
Y derramados.
Hay veces que asombra
Como un fuego de San Telmo
O el brinco azul de San Santiago
Donde están las petacas
Con monederos reales
Y perlas desvanecidas y raptadas por el aire colonial
En perennidad.

Todos los día sale
A recorrer los hombres
De esta ciudad y de lejanos andenes.
Se queda en sus puertas, en los letreros a pulso
De sus mercados, en las cornisas;
Penetra por el pasado de este piso,
Cunde hacia el porvenir del cielo
Con su música nuclear;
Anda interminable
Igual a un solo adiós humano
Y suele alejarse dejando abierta
Una carpintería inundada de cedro
Recién cepillado;
O crecer pausadamente como una gravilea
Buscando pájaros por el aire
Con sus anzuelos de pétalos color ocre.
Cae, cae no sube,
Sube igual que un otoño
Sobre la pasión del hombre y la peste entrecortada
De sus guerras.

A veces es el lloviznar lastimero, mejorando paulatinamente;
A veces es el ojo doble de los angelitos, con nubosidad en aumento;
A veces, la ciudad llena de ausencia y tormentas aislada,
O la joven por el amor herida, con un leve aumento
De la temperatura,
O las criaturas sin la sombra del árbol
Del pan.
Sale todos los días
Por el este de la ciudad,
Convertida en una avanzada de esa música
Que deja el mundo al trasladarse.
Es moneda antigua
Todavía de mano en mano
Y que jamás alcanza
Siendo más extensa, mucho más extensa que la misma vida.
Todos los días sale
Por el este del hombre
Y edifica sus nombres y sus sombras hasta su interior
Atempera
Con orlados neutrones,
A la vez que da fe del monte de milenarios
En la tierra.

Comentarios

Entradas más populares de este blog

El tiempo del deseo: Jelinek

FALTA DE VOCACIÓN de Antonio Di Benedetto

Sobre En lugar del piano...