Postproducción

Les acerco un texto que muestra un punta de los debates actuales sobre la creación artística y literaria.

Una renovada querella de las interpretaciones

Estamos viviendo -como sucedió en otros momentos bisagra de la historia, en medio de una querella de las representaciones que tiene su centro en una guerra jurídica (de la cual debates como creative commons o los digital rights management) son la punta del iceberg.

Aun en la confusión de sus nuevos formatos, el arte representa un contrapoder, no tanto porque sea tarea de los artistas denunciar, militar o reivindicar, sino porque todo arte es comprometido. En nuestra vida cotidiana (en el capitalismo de ficción que nos rodea -pasados los de producción y de consumo -como bien acuño la distinción Vincent Verdu en El estilo del Mundo) el imaginario colectivo esta codificado por fuentes distribuidas de poder. Lo que hace el arte es brindarnos contraimagenes. Frente a la abstracción económica que desrealiza la vida cotidiana, los artistas reactivan las formas habitándolas, pirateando la propiedad privada y el copyright, las marcas y los productos, las formas museificadas y las firmas.

Hace décadas Deleuze alababa a Foucault mostrando que su obra era una caja de herramientas para entender al mundo. Los artistas post-produccion se han tomado en serio tal mandato y han convertido a la cultura mundial en una caja de herramientas, en un espacio narrativo abierto, descartando relatos unívocos y catálogos de productos cerrados. La consigna ha sido atendida. En vez de prosternarse ante las obras del pasado de lo que se trata es de servirse de ellas.

Lo mismo vale para los textos y los cánones, los manuales y los vademécumes, todo los consagrado y definitivo, Para Bourriaud el arte es (batesonianamente) una maquina de producir relaciones con el mundo.

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